El Mundo del Equilibrio 2
Capitulo 20
Capitulo 20
El Profeta y el Vampiro
- - Ahora mis hermanos que se han reunido todos a escuchar la palabra
del señor, ¡sí! Puedo ver sus angustias, sus dolores pero hoy una vez más he
venido a darles el consuelo que nuestro padre promete para todos nosotros,
todos acá estamos reunidos para sentir su divino poder en esta iglesia que
levantamos con nuestro sudor y sangre. Alábenlo pues este es el único camino
para llegar al cielo
- - Alabado seas mi señor- gritaban todos de alegría.
En ese justo momento un hombre entro a aquella congregación caminando
muy sutilmente para nadie notara su presencia y se quedó observante, y a la vez
escuchando las palabras del profeta que anunciaba la gloria de su dios.
- - Hermanos míos el mundo llegara a su fin pero
todos ustedes se salvaran conmigo pues yo les vengo una vez más a traer su
palabra.
-
Ahora aquel visitante empezó a sonreír disimuladamente pero seguía
mirando fijamente al predicador, hasta que empezó a acercarse lentamente al profeta.
- -Puedo sentir al diablo caminar entre nosotros. dijo
mientras notaba que a lo lejos aquel hombre de apariencia inquietante se
acercaba a él.
-
-Puedo
sentir como los ha manipulado para cometer pecados.
- -¿de qué pecados habláis? Pregunto el visitante
sonriendo
- -¡pecados de la carne!
Pero al decir esto empezó a recordar aquellos instantes en que
le había sido infiel a su esposa; Recordó
cuando buscaba prostitutas y todas aquellas blasfemias que les decía mientras mantenían
relaciones.
-Sé que todos dicen calumnias contra su prójimo.
Ahora el predicador recordó todas las veces que le contaba los secretos de
sus seguidores a otros predicadores para poder estafarles.
- -¡el diablo está caminando en este sitio llenándome
de dolor!
- -¿Qué dolor? Dijo nuevamente el visitante
- el dolor que cada uno de ustedes siente al aceptar sus
pecados.
- ¿estáis seguro que son los pecados te vuestra gente… o son
los vuestros?
- ¿Quién eres tú que has venido a traer semejantes mentiras
delante de mi rebaño?
-no necesito presentación pues vos ya me conocéis.
El Maestro vampiro se acercó más y más al estrado dejando
ver su larga cabellera y sus milenarios colmillos, caminaba con el estirpe
digno de toda deidad.
-otra vez tu… ¡Demonio! Hermanos míos de este hombre les he
hablado, el con solo susurrarte una palabra en el oído podría hacerte vivir un
infierno, el con su mirada podría hacerte matar
a tus semejantes…. ¡Es el demonio!
- jajajaja mi autoestima no es tan alta ahora callaos la
maldita boca, aquí el que habla soy yo.
Siguió acercándose al estrado y cuando estaba a pocos pasos
el profeta saco un arma de fuego.
-No permitiré que me controles de nuevo. Dijo al disparar un
par de vece pero las balas le atravesaron como si él fuera una niebla pero las
balas le llegaron a la pierna de un anciano.
El Maestro vampiro volteo viéndola sangre que corría
formando un charco de sangre, todos empezaron a gritar pero no se podían levantar
de sus asientos, los ojos del vampiro brillaban con el mismo color de un eclipse lunar, la sangre hacia que su corazón
latiera rápidamente y sus colmillos dominaron su mente. Él se acercó al hombre
que gritaba al ver que su sangre se esparcía por todos lados, más el Maestro Vampiro solo humedeció su dedo índice
para lamerla y probar la sangre.
-
¡Ahora veis que este es el demonio, solo un
demonio vive de la sangre humana!
- - ¡Callaos! Mi sed de sangre no os incube ni a ti
ni a nadie pues no entenderían mis razones.
El ignoro la sangre y se dedicó a llegar al estrado, al
momento en que ya tenía al profeta frente a el sonrió al ver que este hombre se
orinaba del miedo.
- -¿Por qué los de vuestra clase son tan patéticos?
- -¡Hice lo que me pediste que hiciera!
- - os dije parte de la vedad para que los tuyos se
prepararan, si yo fuera todo lo que vos decís que soy no me hubiese tomado la
molestia de advertiros, mas ¿Qué hiciste? Solo usar parte de la verdad como la
gran mayoría de los tuyos lo han hecho,¡ tú no eres diferente de aquellos que se sientan en tronos de oro y visten
diamantes!
Todos lo que escuchaban estaban perplejos, indignados y
hablando entre ellos mismos.
-Os dije… ¡Callaos de una puta vez!
Todos se asustaron al sentir su solemne vos, sabían que ese
tono no lo podría crear un ser humanos, algunos miraban en todas direcciones
queriendo escapar mas no podían huir
.
- - Ninguno de vosotros sabéis
la verdad y no esperéis que mi persona os la diga. ¡solo sois unos malditos hipócritas!
Solo vivís vuestra vida como si fueran uno deseos aparatos electrónicos que
guardan en sus bolsillos, ¡esperan el maldito perdón pero no buscan merecerlo! Solo
le creen a charlatanes como este esperando una salvación, solo por pertenecer a
una religión !pero eso no los salvara! Dejen de tener falsas ilusiones y expectativas
de un mundo al que ni conocen y se dirán ¿Quién es este hombre? Pues yo soy
aquel que se supone encarga de protegeros, vine a ver si en alguna
circunstancia veía hombres y mujeres preparados para morir por sus creencias ¡y
no veo a ninguno! Simplemente esperando que otros lo hagan, ¡no le crean a
charlatanes como este! Y por esta razón vosotros estáis condenados pues…
ustedes mismos destruirán su civilización, así como siempre lo han hecho en
pasadas oportunidades.
Inmediatamente las personas
pudieron levantarse y salieron de la
iglesia desesperados mientras el profeta caía al suelo llorando y de rodillas ante el
Maestro.
- -Todos seguid decepcionándome- comento cerrando
sus ojos
- -¡Pensé que hacia lo correcto! Decía el profeta sollozando
agarrando las piernas del maestro.
-Si queréis… llámame Uriel, ese
es mi verdadero nombre. Aunque me fallaste y por eso ya no necesitareis saber
mi nombre; por esto tuve que destruir mi templo para cerrar una de las nueve puertas
al mundo donde no queda esperanza, quería tener a un puñado de personas dispuestas a dar su vida por mantener las otras
ocho cerradas ya que solo los humanos pueden
hacerlo, mas como les dije a aquellos a quien chantajeabas, ustedes mismos se destruirán.
Mientras Uriel Salía de la iglesia el pastor se quedó
llorando en el suelo y para que no sufriera más Uriel le prendió fuego, el
pastor lloraba y con su propio cuerpo envuelto en llamas fue quemando toda su iglesia,
desde el altar, las cortinas, las sillas de madera, todo se fue consumiendo.
-humanos… sois patéticos dijo al alejarse de la iglesia
consumida en llamas
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