Capítulo 8
Cegada por la Luz
Maldita sea esta luz que carcome mis ojos, el mundo había
desaparecido durante aquellos instantes que me perdí en mis memorias, nada más que luz podía ver, era indescriptiblemente blancuzco,
más que cualquier blanco que había visto en mis años perdidos tanto como mortal
como en aquellos tiempos de gran desesperación en el mundo más infernal
existente en cualquier plano, aunque ya mi alma vivía en un infierno de
angustias y de gran preocupación, no sabía si estaba viva o muerta, no sabía
que podía sentir dentro de mí, más sentía mucho sueño hasta que por fin a lo
lejos vi una mancha oscura, de ella emanaba un fuego increíblemente oscuro, fui
corriendo hacia esa mancha negruzca, hasta que note un cuerpo de una mujer, sus
largos y negros cabellos estaban esparcidos en el aire, su cuerpo si, lo notaba,
era el mío, tan perfecto y tan imperfecto a la vez, mi espada estaba flotando
aun lado de mi supuesta imagen hecha mujer,
y me fui acercando lentamente, note mi rostro, tan pacifico pero sabía
que mi mente estaba al borde de la locura hasta que por fin entre nuevamente en
él.
Al abrir los ojos note que estaba más cegada que nunca, no
podía ver ni siquiera mis propias manos. Sabía que en algún lado estaba mi
espada más, desgraciadamente no podía buscarla pues estaba flotando en medio de
la nada, mis ojos fueron acostumbrándose a la poderosa luz que emanaba el mismo
aire, me sentía indefensa, más que
cuando estuve en la total oscuridad del mundo de la desesperación. Pero me
quede flotando, pues no había ni un arriba ni un abajo, no había más nada que
un absoluto e interminable vacío.
-¡qué mundo más ridículo!- escuche pero el sonido venia de
todas las direcciones posibles.
-¡¿Dónde estás Araxiel?! - Grite con toda la solemnidad que
podía transmitir
-no estoy muy lejos y te parecerá raro esto pero te ves más
inocente que nunca aunque algo infantil- dijo
-se dónde estamos pero… ¡aquí no hay nada! Dije calladamente
-¿esperabas que a pesar de vivir con tanta oscuridad
lograrías captar el Plano de la Luz?, Pues no, has vivido en una eterna
incertidumbre y hasta que tú no aprendas a ver no podremos avanzar-
-¿y existe alguna forma de regresar? -Le pregunte tratando
de sentir donde estaba el hablando.
-No me busques a mi… busca la manera de que puedas dejar de pensar como lo estas haciendo, así y
solo así podrás empezar a ver.
Sus palabras me molestaron
más que nunca, sentía que sus
palabras me carcomían el alma pues para él era fácil, el no siente nada por nada
ni nadie así que no sufre de dolor o arrepentimiento, mas no sabía si era feliz
así que tal vez ya … no importa.
-es fácil para ti decirlo- le dije susurrando
-¿quién te dijo que algo es fácil?, nada es fácil en ningún
plano, ni el que abandonaste ni mucho menos este-
Maldita sea más pruebas, ¿esto no se acabara nunca? ¿Qué más tenía que demostrar? Ya no soporto más este mundo, odio este
universo, ¡me tienen harta! con sus reglas y sus infinitas incógnitas, ya demuestre ser lo que
soy y dije que nunca más seria alguien débil.
-¿y quién te dijo que ser lo que fuiste te hace ser débil?, no, no lo eres y recapacita bien
lo que piensas pues tu y yo ahora somos uno.
Me callo la boca como siempre lo hacía y está bien, ya
entendía que quería que hiciera, me curse las piernas, cerré mis ojos meditando
entre los muchos pensamientos y
recuerdos no míos que atormentaban mi mente, poco a poco llegaron las memorias de mejores tiempos.
Estaba hay en esa
época, recuerdo a mi hermano menor jugar conmigo en el parque cercano a mi
hogar, tenía una camisa azul y corríamos entre los viejos robles del
parque, era un ligero otoño y las hojas anaranjadas caían sutilmente hacia el
suelo, recuerdo que el tropezó entre las raíces de los robles y empezó a
llorar, yo le agarraba y le daba besos en la frente buscando que su dolor disminuyera, pero sus lágrimas eran gruesas y
me daba dolor verlo llorar. Luego recordé a mi madre abrazarme aquella noche
después de una pesadilla, recuerdo la fragancia de sus cabellos y sus besos buscando
lo mismo que yo quería hacer a mi hermano, opacar su dolor y angustias.
Luego recordé aquel día lluvioso cuando apenas tenía 15
años, era un día gris y frio, las gotas caían fuertemente y el sonido de la
lluvia era la más hermosa melodía que había escuchado en se entonces, aunque el
día era triste yo siempre sonreí y
trataba de ser feliz mojándome con la lluvia, las gotas eran frías como
el hielo pero… era el abrazo más dulce que experimente en mí en esa entonces
corta vida, el viento movía las hojas de aquellos árboles y del horizonte
algunos rayos de luz atravesaban a las enormes y griseas nubes.
Después recordé el día que le sonreí a Araxiel, aquel
momento en que me ofreció su mano y se la tome sin saber que mi destino me
llamaba.
-no porque aparentes ser delicada quiere decir que eres
débil… no, ¿recuerdas aquel momento en que Dumahel te vio sonreír por primera
vez? Esa era la expresión al ver a un ser con un poder más allá del suyo- dijo
otra vez esas sabias palabras pero sin una gota de sentimientos, era más frio
que nunca.
- está bien… acepto quien soy yo- dije volviendo a sonreír
No había terminado de decir esas palabras cuando empecé a
ver los rojizos ojos de mi antecesor maestro,
luego su rostro y así todo su cuerpo se veía entre el infinito vacío blancuzco,
se veía imponente con sus larga cabellera
flotando en el aire.
-¿Qué tanto miras? Dijo suavemente
-¿es que no puedo mirarte? Dije otra vez sonriéndole
Después de poner una cara de que poco le importaba decidió
avanzar entre la nada, no sabíamos nada de este mundo pero tampoco podíamos
irnos de aquí, así que también le seguí pero algo era extraño mientras
avanzábamos podía sentir un piso, baldosas aparecían poco a poco con cada minuto, el
pasto se empezaba a notar mientras este se movía con un ligero viento , pájaros
casi transparentes volaban mientras dejábamos de flotar y caminar naturalmente,
todo tomaba forma con el pasar del tiempo y mientras este transcurría yo volvía a ser quien soy, la máxima expresión del
equilibrio.
En El cielo no había un sol, solo era una extraña luz que
venia del horizonte, era más un aura que
un sol y eso me inquietaba muchísimo.
-hay tantas cosas que quiero saber mi quería Amy, aquí
encontrare las respuestas que el maestro de todos nosotros el Maestro Vampiro
nunca nos quiso revelar- dijo Araxiel sin desviar su mirada del Aura que
producía toda la luz.
Algo era extraño en todos mis sueños estaba de alguna u otra
forma el, seduciendo a los futuros iniciados o alterando la historia del
hombre, pero no quería preguntar más.
-lo del maestro no lo sabe nadie, no se nos es permitido
saber- exclamo
-¿me trajiste aquí solo para saciar tu curiosidad?- le
pregunte con fuerza
- en parte si, en parte no, no te obligue a nada, tú con tu
misma voluntad hiciste el ritual, tu sola hablaste en el idioma de los ángeles
y por cierto allá esta uno-
Me era peculiar tenía un cierto parecido a un caído sin
embargo las plumas de sus alas brillaban
levemente, su armadura era entre un dorado y un blanco inquietante, sus blancos
cabellos llegaban hasta el piso y al igual que Cypher tenía sus ojos cerrados.
-¡osados sois al venir y romper el convenio de las deidades!-
Grito con su vos infinita
-¿Qué es tal convenio?- dijo Araxiel sin vacilar
Le pedí perdón por llegar aquí y le dije que fue culpa mía
en el idioma de los ángeles buscando que se calmara, caso error, el desenvaino
su espada apuntándome con ella.
-¡os atrevéis a hablarme en el idioma sagrado! ¿Quién sois
vos para pronunciar esas divinas palabras en una boca tan sucia como la tuya.
Y sin vacilar Araxiel también desenvaino la suya y ponerla en el cuello del ángel.
-ella es algo sagrado desde este plano hasta donde se
pierde toda esperanza… ¡tanto o más que tú!