El Mundo del equilibrio capítulo 20
Sacrilegio
Él nunca había expresado tanto dolor con una sola mirada y
se preguntaba ¿Qué hijo merece ver como asesinan a su padre ante sus propios
ojos? Pues la respuesta yacía dentro de su divino corazón el cual ya había probado
todo el dolor producto de esta infinita guerra sirviendo la voluntad de su
padre; varias lagrimas salían al sentir el aura de su padre desvanecerse del
tiempo y el espacio, no lo podía creer nada ni nadie podía hacer nada ante su misericordiosa
voluntad pero una mortal si lo hizo y ¿para qué? ¡Porque decidió sucumbir ante
el lado más oscuro de la humanidad si justamente esa era la razón del porque
esta guerra lleva eones de tiempo!; todas esas incógnitas viajaban en la mente
de Miguel y sabía que las mismas preguntas se las hacían todos sus hermanos.
Amy seguía sollozando la muerte que provoco con sus propias
manos, la muerte producto del desequilibrio más grande que se produjo al amar y
odiarlo todo en las mismas proporciones; mientras ella veía las palmas de sus
manos, lamentándose una vez más por no saber controlarse, pero… ¿Qué más podía
hacer? Sabía que aquella deidad quería enseñarle algo pero en ese momento la
tristeza ocultaba su ya melancólico estado mental.
Miguel con pasos dolorosos se fue acercando a ella empuñando
su espada, con cada paso el perdía la
cordura producto del dolor más espeluznante que puede sentir un ser de luz el
cual en si no debería tener ningún sentimiento negativo, más una infernal cólera
empezaba a dominar su alma.
Sin más que una mirada cruel se quedó mirando a Amy la cual
se secaba sus lágrimas susurrándole que la perdonara.
-¿perdón? ¿Vuestra persona perdonaría al asesino de vuestro
propio padre al ver su muerte con sus propios ojos? – Grito Miguel
Amy no quería mirarle pues ¿con que cara podría responderle
y agobiar todo el dolor que un hijo podía sentir ante tal circunstancia?
-Miguel…Sus últimas palabras fueron “por fin pude salvarlos
a todos”.
-¡¿y que tiene que ver eso?! Maldita humana…
Con estas palabras Miguel desenvaino su espada colocándola en
el cuello de Amy.
-¿Por qué habría de dejarse morir ante un ser tan inferior
como vos? ¡No merecéis mi compasión! tu… cuando caíste directo al mundo donde
no queda esperanza os dejaste seducir por el lado más oscuro del
equilibrio, más aun así el padre en su infinita misericordia ordeno romper una
de las leyes… ¡solo para rescataros! Yo mismo
vi sus lágrimas de angustias al no saber qué pasaría contigo y aun así ¡te
atreviste a borrarle de esta y todas las
existencias! - dijo solemne
-Miguel…
-ahora por misericordia os perdonare vuestra vida pues… el
padre quería que vivieras
Miguel retiro su espada del cuello de Amy y camino hacia
Araxiel hasta que le agarro del cuello mientras Araxiel le dedicaba sus rojos e
inexpresivos ojos.
-tu maldito, ni hombre ni bestia, ni vivo ni muerto ¡tú
sabias que esto pasaría!- grito nuevamente Miguel.
-¿crees que yo soy un dios o un ser como tú? Me das lastima
yo solo hice lo que tenía que hacer no sabía ni siquiera como entrar a este
plano..
-¡pero sabías que ella lo podía hacer!
Miguel le soltó con resignación, camino varios pasos hacia
el trono de su padre mientras susurraba palabras pidiendo sabiduría, y así se quedó
un par de minutos.
-¿es esto lo que tu querías? Exclamo Miguel susurrante ahora
que sus ojos eran iluminados entendiendo que ahora lo que una vez fue ya dejara
de ser.
-Hermanos míos
sujetadles y lleváoslos conmigo. Volvió a exclamar Miguel
Ahora mientras caminaban saliendo del templo Principal, la
morada de la antigua deidad de la luz, se podía observar como las estatuas de ángeles
se carcomían paulatinamente, las rosas se marchitaban poco a poco, las baldosas
que cubrían los senderos se convertían en fino polvo que se dejaba llevar por
el viento que ya dejaba de ser cálido para ser un viento frio y seco.
Amy nunca opuso resistencia simplemente esquivaba las
miradas de todos los seres de luz que paulatinamente empezaron a seguirles, ya
sea ángeles o simplemente almas que ya habían llegado a un nivel espiritual que
rozaba la perfección, ella ni siquiera
miraba hacia Araxiel solo se dejaba llevar de brazos atados por Gabriel y los demás
seres supremos.
Con el pasar de varios minutos llegaron a un abismo, las
nubes que antes no dejaban ver ahora se desvanecían siendo llevadas por el
viento y todos podían ver el plano Mortal, Amy ya sabía lo que a continuación sucedería
y camino hasta el borde, luego Araxiel camino para ponerse a su derecha.
-Yo Miguel, Supremo ser de Luz, os sentencio a vivir, vivir nuevamente en
donde pertenece vuestra alma, os
sentencio a vivir las consecuencias de vuestros actos, Amy estáis sentenciada a
sentir todo el dolor que la humanidad, y más aun estáis sentenciada a nunca más
volver a saber de vuestro antiguo maestro por lo cual jamás lo volvéis a ver ni aunque le llores en cada instante de vuestra
vida.
-¿Por qué haces esto miguel? ¿Por qué jamás veré otra vez a
un ser que amo?. Grito desesperada.
-¿tú me amas? Gracias por sentir eso pero… lo mejor para ti
es que me olvides, te lo dije una vez
desde que me conociste solo conoces el dolor y aunque te parezca extraño
de mi… solo quiero que vivas para que cumplas con tu destino sin llorarme, sin
que sientas todo ese vacío que te ha cegado.
-¿ya se despidieron? Comento
Gabriel
Ambos asintieron con la mirada, en ese instante Miguel Y
Gabriel se acercaron y de un soplido los lanzaron directamente al vacío y así
ellos regresarían al mundo al que pertenecen.
-Gabriel, Uriel, Rafael, Raguel, Remiel y Sariel acercaos.
A los pocos segundos los 6 seres supremos de luz se
acercaron poniéndose a disposición de las nuevas Órdenes de Miguel, el cual
solo asintió con la cabeza para que le siguieran. En su caminar todos entendían
que ya no había vuelta atrás ¿y que podían hacer? Todos tenían esa incógnita
naciendo y creciendo en sus almas, todos se despedían de aquel agonizante
mundo, donde vivieron y protegieron a su padre por las infinitas edades del
cosmos, algunos recogían flores que aún no marchitaban, otros veían lo que
quedaba de luz alimentando el horizonte y miguel simplemente se despedía de sus
hermanos.
-sé que todos estáis pensando lo que sucederá ahora así que díganlo de una
buena vez. Pronuncio Sariel.
-lo correcto es fallecer con este plano que desaparece ante
nuestras miradas. Dijo Remiel
-¿Qué es lo correcto? ¿qué es una verdad? Menciono Rafael.
-No hay nada correcto. Asintió Gabriel.
-si es así ¿deberéis morir conmigo sin luchar y solo cumplir
las leyes?- Solemnizo Miguel
En ese instante todos sonrieron al darse cuenta que ya las
leyes no existían, todas habían sido rotas, el equilibrio había sido quebrado así
que ya nada importaba.
-¿Cómo llevaremos las huestes al plano mortal? Sin el padre
no los podemos llevar con nosotros. Asintió Remiel.
Ahora estaban frente al trono del padre y miguel se dispuso
a sentarse y observar a sus hermanos directamente a los ojos.
-Solo un demonio puede llevar consigo a su ejército, mas…
Con esas palabras todos bajaron sus miradas.
-es necesario que todos vosotros al igual que yo, caigamos
aunque, signifique un sacrilegio. ¿Estáis todos de acuerdo?
Todos subieron la mirada y uno a uno lanzaron sus armas,
cada uno agarraron sus rangos, aquellos signos que flotaban de sus hombro rompiéndolos
con sus manos en el instante en que ya se dieron cuenta que dejaban de ser
seres de luz gracias a la sangre que ahora fluían de sus palmas, uno a uno
fueron despojándose de sus armaduras; al momento en que su sacrilegio estaba a
punto de consumarse salieron caminando hacia el abismo y así todos sus hermanos
vieron con horror a sus hermanos superiores caminar sin una gota de honor en
sus cuerpos sutiles.
-Hermanos, sabéis que no queda otra opción más que esto, sin
nuestro padre no os podéis dirigíos hacia el plano que veis atrás mío, así que
los 7 hemos decidido caer, lo único que aún nos aferra a lo que ya dejaremos de
ser son nuestras alas y así os pido, arrancaos las vuestras y luchad vosotros a
nuestro lado. Solemnizo Miguel.
Todos los ángeles se vieron sus rostros, y uno a uno
empezaron a lamentarse, no querían sacrificarse aunque sus superiores lo
hicieran frente a ellos y así Sariel se arrancó sus alas gritando del dolor que
jamás había sentido porque ellos no sienten dolor, luego continuo Rafael y
posteriormente Raguel .
-Hermanos esta es mi última orden, sois libres, podéis seguirnos y luchar o quedarse acá y unirse
ante el olvido.
Con esta última Orden Miguel se aferró a sus Enormes alas y
se pudo escuchar como su piel se desgarraba, se podían ver sus lágrimas, se podía
notar esa desesperación que agobiaba su mente se podía ver su sangre de caído fluir
por su cuerpo y cuando por fin se las arranco las lanzo al abismo; ahora todos
los demás seres de luz sollozaron mientras decidían si caer o resignarse a
morir, hasta que uno dio un paso al frente y se arrancó todo lo que lo hacía un
ángel, ahora una a una de las huestes fueron creando el mayor sacrilegio que jamás
había sido participe todo el ejercito del plano dela luz.
-Hermanos ahora no somos ángeles, no somos humanos, no somos
demonios, solo somos seres que tomaron una decisión ahora únanse a mí. Dijo Gabriel
al lanzarse al abismo con los otros 7 arcángeles y posteriormente todo el
antiguo ejército del plano de la luz.
Todos caían y poco a poco danzaron en el vacío, todos los caídos
penetraban los cuerpos de los 7 seres supremos haciendo que un infinito ejército
se concentrara en 7 caídos que posteriormente al cruzar la línea que separaban
aquellos dos planos se convirtieron en humanos que tomaron 7 direcciones
distintas pero sin antes despedirse del sitio al que jamás volverían