domingo, 25 de agosto de 2013

El Mundo del Equilibrio 2 - Capitulo 20 - Sacrilegio

El Mundo del equilibrio capítulo 20

Sacrilegio 

Él nunca había expresado tanto dolor con una sola mirada y se preguntaba ¿Qué hijo merece ver como asesinan a su padre ante sus propios ojos? Pues la respuesta yacía dentro de su divino corazón el cual ya había probado todo el dolor producto de esta infinita guerra sirviendo la voluntad de su padre; varias lagrimas salían al sentir el aura de su padre desvanecerse del tiempo y el espacio, no lo podía creer nada ni nadie podía hacer nada ante su misericordiosa voluntad pero una mortal si lo hizo y ¿para qué? ¡Porque decidió sucumbir ante el lado más oscuro de la humanidad si justamente esa era la razón del porque esta guerra lleva eones de tiempo!; todas esas incógnitas viajaban en la mente de Miguel y sabía que las mismas preguntas se las hacían todos sus hermanos.

Amy seguía sollozando la muerte que provoco con sus propias manos, la muerte producto del desequilibrio más grande que se produjo al amar y odiarlo todo en las mismas proporciones; mientras ella veía las palmas de sus manos, lamentándose una vez más por no saber controlarse, pero… ¿Qué más podía hacer? Sabía que aquella deidad quería enseñarle algo pero en ese momento la tristeza ocultaba su ya melancólico estado mental.

Miguel con pasos dolorosos se fue acercando a ella empuñando su espada,  con cada paso el perdía la cordura producto del dolor más espeluznante que puede sentir un ser de luz el cual en si no debería tener ningún sentimiento negativo, más una infernal cólera empezaba a dominar su alma.

Sin más que una mirada cruel se quedó mirando a Amy la cual se secaba sus lágrimas susurrándole que la perdonara.

-¿perdón? ¿Vuestra persona perdonaría al asesino de vuestro propio padre al ver su muerte con sus propios ojos? – Grito Miguel

Amy no quería mirarle pues ¿con que cara podría responderle y agobiar todo el dolor que un hijo podía sentir ante tal circunstancia?

-Miguel…Sus últimas palabras fueron “por fin pude salvarlos a todos”.

-¡¿y que tiene que ver eso?! Maldita humana…

Con estas palabras Miguel desenvaino su espada colocándola en el cuello de Amy.

-¿Por qué habría de dejarse morir ante un ser tan inferior como vos? ¡No merecéis mi compasión! tu… cuando caíste directo al mundo donde no queda esperanza  os  dejaste seducir por el lado más oscuro del equilibrio, más aun así el padre en su infinita misericordia ordeno romper una de las leyes… ¡solo para rescataros!  Yo mismo vi sus lágrimas de angustias al no saber qué pasaría contigo y aun así ¡te atreviste a borrarle  de esta y todas las existencias! - dijo solemne

-Miguel…  

-ahora por misericordia os perdonare vuestra vida pues… el padre quería que vivieras

Miguel retiro su espada del cuello de Amy y camino hacia Araxiel hasta que le agarro del cuello mientras Araxiel le dedicaba sus rojos e inexpresivos ojos.

-tu maldito, ni hombre ni bestia, ni vivo ni muerto ¡tú sabias que esto pasaría!- grito nuevamente Miguel.

-¿crees que yo soy un dios o un ser como tú? Me das lastima yo solo hice lo que tenía que hacer no sabía ni siquiera como entrar a este plano..

-¡pero sabías que ella lo podía hacer!

Miguel le soltó con resignación, camino varios pasos hacia el trono de su padre mientras susurraba palabras pidiendo sabiduría, y así se quedó un par de minutos.

-¿es esto lo que tu querías? Exclamo Miguel susurrante ahora que sus ojos eran iluminados entendiendo que ahora lo que una vez fue ya dejara de ser.

-Hermanos  míos sujetadles y lleváoslos conmigo. Volvió a exclamar Miguel

Ahora mientras caminaban saliendo del templo Principal, la morada de la antigua deidad de la luz, se podía observar como las estatuas de ángeles se carcomían paulatinamente, las rosas se marchitaban poco a poco, las baldosas que cubrían los senderos se convertían en fino polvo que se dejaba llevar por el viento que ya dejaba de ser cálido para ser un viento frio y seco.

Amy nunca opuso resistencia simplemente esquivaba las miradas de todos los seres de luz que paulatinamente empezaron a seguirles, ya sea ángeles o simplemente almas que ya habían llegado a un nivel espiritual que rozaba la perfección, ella  ni siquiera miraba hacia Araxiel solo se dejaba llevar de brazos atados por Gabriel y los demás seres supremos.

Con el pasar de varios minutos llegaron a un abismo, las nubes que antes no dejaban ver ahora se desvanecían siendo llevadas por el viento y todos podían ver el plano Mortal, Amy ya sabía lo que a continuación sucedería y camino hasta el borde, luego Araxiel camino para ponerse a su derecha.

-Yo Miguel, Supremo ser de Luz, os  sentencio a vivir, vivir nuevamente en donde  pertenece vuestra alma, os sentencio a vivir las consecuencias de vuestros actos, Amy estáis sentenciada a sentir todo el dolor que la humanidad, y más aun estáis sentenciada a nunca más volver a saber de vuestro antiguo maestro por lo cual jamás lo volvéis  a ver ni aunque le llores en cada instante de vuestra vida.

-¿Por qué haces esto miguel? ¿Por qué jamás veré otra vez a un ser que amo?. Grito desesperada.

-¿tú me amas? Gracias por sentir eso pero… lo mejor para ti es que me olvides, te lo dije una vez  desde que me conociste solo conoces el dolor y aunque te parezca extraño de mi… solo quiero que vivas para que cumplas con tu destino sin llorarme, sin que sientas todo ese vacío que te ha cegado.

-¿ya se despidieron?  Comento Gabriel

Ambos asintieron con la mirada, en ese instante Miguel Y Gabriel se acercaron y de un soplido los lanzaron directamente al vacío y así ellos regresarían al mundo al que pertenecen.

-Gabriel, Uriel, Rafael, Raguel, Remiel y Sariel acercaos.

A los pocos segundos los 6 seres supremos de luz se acercaron poniéndose a disposición de las nuevas Órdenes de Miguel, el cual solo asintió con la cabeza para que le siguieran. En su caminar todos entendían que ya no había vuelta atrás ¿y que podían hacer? Todos tenían esa incógnita naciendo y creciendo en sus almas, todos se despedían de aquel agonizante mundo, donde vivieron y protegieron a su padre por las infinitas edades del cosmos, algunos recogían flores que aún no marchitaban, otros veían lo que quedaba de luz alimentando el horizonte y miguel simplemente se despedía de sus hermanos.

-sé que todos estáis pensando  lo que sucederá ahora así que díganlo de una buena vez. Pronuncio Sariel.

-lo correcto es fallecer con este plano que desaparece ante nuestras miradas. Dijo Remiel

-¿Qué es lo correcto? ¿qué es una verdad? Menciono Rafael.

-No hay nada correcto. Asintió Gabriel.

-si es así ¿deberéis morir conmigo sin luchar y solo cumplir las leyes?- Solemnizo Miguel

En ese instante todos sonrieron al darse cuenta que ya las leyes no existían, todas habían sido rotas, el equilibrio había sido quebrado así que ya nada importaba.

-¿Cómo llevaremos las huestes al plano mortal? Sin el padre no los podemos llevar con nosotros. Asintió Remiel.

Ahora estaban frente al trono del padre y miguel se dispuso a sentarse y observar a sus hermanos directamente a los ojos.

-Solo un demonio puede llevar consigo a su ejército, mas…

Con esas palabras todos bajaron sus miradas.

-es necesario que todos vosotros al igual que yo, caigamos aunque, signifique un sacrilegio. ¿Estáis todos de acuerdo?

Todos subieron la mirada y uno a uno lanzaron sus armas, cada uno agarraron sus rangos, aquellos signos que flotaban de sus hombro rompiéndolos con sus manos en el instante en que ya se dieron cuenta que dejaban de ser seres de luz gracias a la sangre que ahora fluían de sus palmas, uno a uno fueron despojándose de sus armaduras; al momento en que su sacrilegio estaba a punto de consumarse salieron caminando hacia el abismo y así todos sus hermanos vieron con horror a sus hermanos superiores caminar sin una gota de honor en sus cuerpos sutiles.

-Hermanos, sabéis que no queda otra opción más que esto, sin nuestro padre no os podéis dirigíos hacia el plano que veis atrás mío, así que los 7 hemos decidido caer, lo único que aún nos aferra a lo que ya dejaremos de ser son nuestras alas y así os pido, arrancaos las vuestras y luchad vosotros a nuestro lado. Solemnizo Miguel.

Todos los ángeles se vieron sus rostros, y uno a uno empezaron a lamentarse, no querían sacrificarse aunque sus superiores lo hicieran frente a ellos y así Sariel se arrancó sus alas gritando del dolor que jamás había sentido porque ellos no sienten dolor, luego continuo Rafael y posteriormente Raguel .

-Hermanos esta es mi última orden, sois libres, podéis  seguirnos y luchar o quedarse acá y unirse ante el olvido.

Con esta última Orden Miguel se aferró a sus Enormes alas y se pudo escuchar como su piel se desgarraba, se podían ver sus lágrimas, se podía notar esa desesperación que agobiaba su mente se podía ver su sangre de caído fluir por su cuerpo y cuando por fin se las arranco las lanzo al abismo; ahora todos los demás seres de luz sollozaron mientras decidían si caer o resignarse a morir, hasta que uno dio un paso al frente y se arrancó todo lo que lo hacía un ángel, ahora una a una de las huestes fueron creando el mayor sacrilegio que jamás había sido participe todo el ejercito del plano dela luz.

-Hermanos ahora no somos ángeles, no somos humanos, no somos demonios, solo somos seres que tomaron una decisión ahora únanse a mí. Dijo Gabriel al lanzarse al abismo con los otros 7 arcángeles y posteriormente todo el antiguo ejército del plano de la luz.


Todos caían y poco a poco danzaron en el vacío, todos los caídos penetraban los cuerpos de los 7 seres supremos haciendo que un infinito ejército se concentrara en 7 caídos que posteriormente al cruzar la línea que separaban aquellos dos planos se convirtieron en humanos que tomaron 7 direcciones distintas pero sin antes despedirse del sitio al que jamás volverían

sábado, 3 de agosto de 2013

El mundo del equilibrio Capitulo 19 - Osadia

El Mundo del equilibrio Capitulo 19

Osadia

Aquel fuego de la inmortal vela estaba inerte hasta que la respiración de un hombre logro que esta se moviera de un lado a otro cambiando  las sobras que producía su natural luz, aquel hombre escribía suavemente con la tinta que fluía de la pluma hasta que algo interrumpió su concentración manchando todo lo que estaba escribiendo, el aire se hacía más espeso de lo que lo era, este viejo hombre cerro  ligeramente sus ojos al entender la nueva orden que venía del plano superior, mas ¿Qué orden era esta? En ningún momento había sentido que el plano de la luz produjera esta desesperación que ahora reina en su corazón; ahora vio como la luz de las velas cambiaba las sombras que le rodeaban, mostrando maléficas formas en las paredes mientras que el fuego de las velas inmortales se consumía paulatinamente; el ya poco a poco comprendía todos los horrores que ahora vivirá a partir de este momento; se levantó del escritorio para ir caminando con lenta angustia hacia el balcón de la fortaleza, él no quería mirar puesto que al ver el muro de fuego terminarían sus dudas sobre lo que pasaría en muy poco tiempo, pero antes de llegar al balcón agarro su antigua espada, la que usaba antes de ser el señor de los iniciados, aquella espada solo la uso mientras era un maestro más que continuaría el infinito proceso que las deidades pedían cumplir; ahora caminante paso el portal que conducía al balcón manteniendo sus ojos cerrados hasta que por fin los abrió, y con terror vio como el infinito muro de fuego agonizaba, las ardientes llamas se consumían suavemente, lo  suficiente como para darles un par de días antes de que todo lo que era… deje de ser.

Ahora mientras veía confundido recordó que su antecesor le contó que este día llegaría, y que tal vez sea el fin de todo, el nunca entendió a que se refería con el fin de todo mas ya no importaba, sus calmados ojos mostraron una ferviente cólera, mientras se dispuso a salir de La torre principal.

-Dumahel… Dumahel… ¡Dumahel! Ese fue el nombre que se me confirió para cumplir la voluntad de las deidades más ¡que importaba ya quien soy o lo que llegue a ser! Decía susurrando mientras terminaba de salir de la torre.

Los demás iniciados de menor rango estaban sentados perplejos, puesto que al igual que Dumahel  escucho la oren de aquel plano superior, ellos también escucharon ¿y para qué? Esto no había ocurrido nunca, a ellos jamás se le habían manifestado directamente de esta manera, solo veían como la luz de los faroles de energía cósmica de consumían como el fuego de las velas inmortales.

-¿dónde está Sirrah? ¡Maldita sea! Díganme donde esta ese maldito hijo de puta!

Nadie había escuchado a Dumahel expresarse de esa forma, pero todos entendían que por su responsabilidad en lo que a continuación pasaría, ya había perdido la paciencia característica de los iniciados.

-Mi señor Dumahel el está haciendo sus naturales recorridos en los campos de este círculo- dijo uno delos guerreros que ya cargaba su armadura preparado para cumplir órdenes.

-Vortex ese maldito sabe que está pasando ¡y aun así se da el lujo de burlarse de todos nosotros perdiendo el tiempo allá afuera!- Exclamo Dumahel  furioso

-¿y porque estas tan nervioso Dumahel? Dijo un hombre

-Sirrah ¡donde estas! Ya sabes que…

-¿Qué la  deidad de la luz murió? Si pero… ¿a quién le importa? Yo lo veo como un avance, uno menos a quien derrotar.- Exclamo burlándose de todos

- si tanto poder crees tener ¿Por qué te escondes de mi maldito caminante?

-¿yo esconderme? Déjame reírme un rato, solo estoy fumándome un par de cigarrillos mientras me divierto con tu rostro lleno de terror-

De inmediato sintió como la colilla de uno de sus cigarros se depositó sobre la hombrera derecha de Dumahel y este por fin noto que Sirrah estaba arriba de él.

-¿por fin me ves?, que patético- decía mientras lanzaba bocanadas de humo.

Se lanzó a un lado de Dumahel y este con rostro de incertidumbre se abalanzo contra Sirrah levantándolo con su brazo derecho

-¿y que se supone que vamos a hacer? Pregunto con cólera

-¿Por qué no me lo dices tú? ¡Tú eres el señor de los iniciados! o ¿es que se te ha olvidado?

Ahora Dumahel  rugió como un león mostrando le sus colmillos característicos de un iniciado

-no me hagas reír Dumahel, ¡guárdale tu cólera y tus colmillos al principal! Ohh es que se me olvidaba, un cobarde como tú no puede hacerlo y sabes que no puedes mentirme, veo la verdad en tus ahora asustadizos ojos.

-¡vos no sabéis nada! Decía con voz demoníaca.

-¡siempre lo supe! Eres un hipócrita que está en su puesto por solo piedad de un hombre más elevado que tu; quieres cumplir las leyes del equilibrio ¡pero si en primer lugar tú  las rompiste! Ohh si puedo ver en tus ojitos de cachorro  mostrándose como león, puedo ver aquel instante en que ¡tú! Tenías que morir para cumplir las leyes ¡y no lo hiciste! Araxiel tuvo que desprenderse de lo que aún lo hacía humano para poder salvarte puesto que no querías morir con honor ¡querías vivir como un cobarde! Y luego de que ambos regresaran tu antecesor tuvo que cumplir el equilibrio por ti ¡dio su vida para cumplir la ley es que tanto amas! y pasarte su rango, oh si... el antiguo portador del título de Dumahel uso esa misma espada que ahora cargas en tu cintura para quitarse la vida ¿ahora quieres hablar de cumplir las leyes cuando tú mismo no las cumpliste?, me divierte tanto que ahora cargues el título de “Dumahel” .

-¡Eres un…!

-¿Qué?, ¿Qué soy yo? Anda ¡dímelo!- Decía riéndose de el mientras Dumahel lo miraba sin decir nada

-Solo te diré algo mi cobarde señor ¿tú crees que la deidad de la luz está muerto... o muerta? ¿Un ser que con solo su voluntad puede crear millones de estrellas, galaxias y universos? ¡Un ser que con solo soplar podría arrasar este mundo sin siquiera esforzarse! Yo no lo creo… solo sé que en esta vez  hizo una jugada extraordinariamente audaz.

Ahora guardándose su orgullo, Dumahel soltó a Sirrah  y mientras, veía su diminuto ejército.

-¿Qué propones hacer, señor de los caminantes?

-es simple… ¡cumplir el equilibrio! Y solo existe una forma de lograrlo y es… ¡Luchar hasta morir! Y esta vez te pido por favor ¡muere con honor!

-¿ya estas anticipando nuestra derrota?- Le dijo mientras veía al oscuro cielo preguntándose que estará pasando en este momento en el plano de la luz.

-¿existe otra opción? Prefiero morir antes de huir al plano humano, y aunque lo hiciera estoy seguro de que con el pasar del tiempo de igual manera moriría allá aunque… podría ver por última vez un cielo estrellado.

Un silencio sepulcral rodeo a todos los iniciado y Dumahel dejo de mirar al oscuro cielo, vio la mirada orgullosa de todos los iniciados, él sabía que todos morirían con gusto. Y sin más que una mirada ordeno a todos que se alistasen.

-¿Cuántos días nos quedan Sirrah? Exclamo solemne

-si tenemos suerte… dos días humanos.

-Nos veremos en 12 horas humanas dijo sin expresión alguna.

Mientras subía por las escaleras que conducían a sus aposentos el agarraba su espada de iniciado, aquella con la que se suponía que tenía que ir para sacrificarse, a él no le daba orgullo  cargar la espada que le confiere el título de Dumahel; con cada paso sus inexpresivos ojos mostraban decisión, ya era momento de cumplir la ley quebrantada hace décadas humanas. Cuando llego a la cima de la torre, y luego de traspasar el portal fue directamente a la habitación donde estaba guardada la armadura de guerra, aquella armadura a la que siempre se rehusó a utilizar.

-sé que nunca merecí ser llamado Dumahel, sé que nunca merecí portar la espada y mucho menos esta armadura pero ahora se, que mi responsabilidad es usarla.

Con la idea de su pronta muerte se fue colocando cada parte de esta, desde las hombreras, el peto, los guanteles hasta las grebas  y cuando por fin ya todas las partes estaban en su sitio se dirigió al balcón a esperar mientras veía el fuego del muro extinguirse.

Ahora que el tiempo pasaba, Dumahel veía como su pequeño ejército se alistaba; las horas humanas pasaban y aunque sus hombres le veían decidido, esperando el instante en que ya el choque del acero de las espadas solo será la música que escucharían, el en realidad estaba despidiéndose de la vida, despidiéndose de sus hombres, despidiéndose de su antigua vida profana.

-Sirrah sé que estas detrás de la puerta, pasa de una vez y dime ¿Qué quieres?.

-¿Por qué eres tan aburrido? Está bien pasare.

-¡te dije que esperaras 12 horas humanas!

-han pasado 13, ya veo que perdiste la percepción del tiempo humano.

-hace siglos que deje el mundo humano, ¿Qué esperabas? Dijo Dumahel  volteándose hacia Sirrah

-no espero nada mi señor.

-¿ahora soy tu señor?

-lo eres ¿te gusta que sea grosero contigo verdad?

-prefiero eso antes de que seas hipócrita conmigo. Ahora ¿Qué vamos a hacer?

-¿no te lo dije? Tenemos que morir

-¿y después qué? Dijo con furia

-no lo sé… solo sé que vi a tus hombres aceptando la muerte y por eso decidí que los caminantes también lucharían, ¿te resignas a no dar una buena batalla?

-¡jamás! Y ahora que lo dices ¿Cómo están mis hombres y mujeres?

-ya están listos.

-Entonces vamos a la puerta. Esta es mi orden, ¡todos en formación frente al portal del muro de fuego!

-así se hará- dijo Sirrah mientras se inclinaba burlándose nuevamente de Dumahel.

Ahora que Dumahel bajaba de la torre despidiéndose de ella por última vez, el escuchaba como todos salían de la fortaleza, sin más nada que decir atravesó los pasillos que conducían a la salida principal, cuando vio que todos estaban esperándole se sentó a esperar que el muro se extinguiera totalmente.

-¿no te parece hermoso el fuego extinguiéndose? Podría encender un cigarrillo con él.

-¿de dónde sacas todos esos cigarros?- pregunto toscamente.

-los consigo en la prueba donde sufren los adictos y abusadores, ¿quieres una?

 Sirrah saco un par de cigarros y le ofreció uno a Dumahel, este lo miro con desprecio.

-¿no me digas que nunca has probado uno? Pues vas a morir ¿qué importa ya?

Con estas palabras Dumahel agarro uno y dejo que Sirrah se lo encendiera, mientras que Sirrah encendía el suyo Dumahel expulsaba el humo con una sonrisa, sonreía pues el cálculo de Sirrah estaba equivocado ya casi no quedaba muro que observar, y mientras ambos fumaban, Sirrah expulso las alas que le proporcionaba su armadura.

-¿Por qué no sacas tus alas?

El había olvidado ese detalle, las armaduras de cada señor tienen unas alas falsas pero en fin, eran funcionales. Y con solo su voluntad despidió alas del mismo color que su armadura vinotinto. Ahora el fuego y el portal terminaron de desvanecerse.

-¿ves lo mismo que yo? Dijo Sirrah con su típica sonrisa demoniaca.

El principal estaba acompañado tan solo por sus caídos mayores, no había rastro de ningún ejército pero todos ya sabían que era solo una simple ilusión, su ejército estaba extendido infinitamente detrás de ellos, rugiendo y chocando sus armas con sus armaduras.

-¡sé que todos esperan un discurso extendido y esperanzador! Pero… no hay esperanzas en el plano donde naturalmente no existe ninguna esperanza, así que yo el Portador del Nombre Dumahel solo les digo… Mueran con el honor suficiente como para que el principal y toda su corte de caídos recuerden sus nombres con cólera en sus rostros.

El Infinito ejército avanzo mientras el principal y sus caídos mayores se quedaron inmóviles y con rostro confiado, todo el ejército se acercaba con horrífica rapidez, ahora el mundo se quedó inmóvil en ese preciso instante en que el acero de ambos frentes crearían la sinfonía de destrucción típica de cualquier guerra, ahora sonó el choque del acero, sonaron los rugidos de ambas partes, sonaron los gritos de aquellos seres que morían rápidamente; el principal sabía que cada iniciado podría matar miles de demonios, así que esperaban con calma mientras Sirrah y Dumahel gritaban al cortar y desmembrar a los demonios.

La sangre fluía como tenía que fluir, el mar de sangre producía un éxtasis en Sirrah mas Dumahel solo pensaba en ver al principal para escupirle el rostro; el principal comenzó a caminar lentamente acercándose al pequeño ejército, como si esperara algo; la armadura de Dumahel se empapaba de sangre hasta que… el principal sonrió, ahora el tiempo empezó a transcurrir cada vez más lentamente y Dumahel observaba como un demonio atravesaba a un hermano iniciado, luego vio como otro hermano se arrastraba sin piernas pidiendo la muerte que le habrían prometido, también vio a Sirrah ser atravesado  una y otra vez por lanzas, y así poco a poco notaba que el principal cada vez estaba más cerca.

El principal levanto su mano dando una orden y así solo quedaron 4 de ellos en pie más el ejército de demonios nunca dejaba de ser inimaginablemente extenso.

Sirrah cayo de rodillas al ver que la vida se desprendía de su cuerpo, él estaba a pocos metros de Dumahel puesto que quería morir junto a él y ambos se miraron a los ojos.

-¿de qué te ríes Sirrah? Dijo Dumahel con una sonrisa.

-¿notaste que estas menos herido que yo? Dijo al sacar otro cigarro y encenderlo.

-¡al menos no tengo lanzas atravesando mi pecho!- dijo Dumahel sonriéndole.

-¿sabías que es la primera vez que me sonríes Dumahel? Dijo mientras el cigarro se resbalo de sus dedos y sus ojos se cerraron suavemente.

Ahora con un par de lágrimas Dumahel vio al Principal a solo unos pasos de su cuerpo

-¿Qué quieres? Susurro

-¡os recuerdo! Y ahora veo que ahora sois Dumahel-

-¿y eso que importa? Ya nada importa.

-La deidad de la Luz ha jugado de forma audaz, no os sabría deciros que pasara ahora pero solo debéis saber que también jugare de la misma forma.

El principal se acercó al cuerpo moribundo de Dumahel y tras agacharse miro directamente a sus ojos.

-Hace millones de años Humanos que él no hacía algo tan irresponsable.

-¿Por qué no me matas ya? Grito con furia mirándole a los ojos.

-¿quieres restaurar el equilibrio que rompiste? Pues no…

Dumahel cegado por la ira le escupió al Principal en el rostro.

-Dije que te escupiría antes de morir y lo he logrado, ¡haz lo que quieras!

El principal volvió a sonreír.


-por tu osadía… y por la osadía de la deidad de la luz esta será mi siguiente jugada, ¡tú, Dumahel! Tu… Vivirás…