Capitulo 9
Los Dragones
Por un momento sentí que el mundo no había cambiado, “algunas
cosas nunca cambian” eso pensé al ver
las olas rojizas del mar rompiendo con
la playa, en mi mente me imaginaba el canto de las gaviotas en un día normal de
verano, es reconfortante ese sonido cuando cierro mis ojos tratando de olvidar
la presencia de Dumahel que está parado detrás mío, tal vez este mirando con
los mismos sentimientos de esa sutil y esporádica paz que te produce el sonido
del mar.
-tengo que admitir que… jamás pensé volver a sentir esta
quietud- dijo el mientras veía el mar con
sus brazos cruzados
Y como si fuera parte del destino, empezamos a ver como los copos de nieve ensangrentadas caían desde
el horizonte y algunas gotas de agua los acompañaban; el sol estaba a punto de
decirnos adiós más sabíamos que no había diferencia entre el día y la noche, esto
nos hizo pensar que no todo estaba perdido.
-¿Qué es justamente lo que quieres que vea Dumahel? Pregunte
desconfiado
-tenemos más de dos horas acá esperando que recuerdes… y aun
no lo has hecho ¿Cuándo vas a dejar de usar tus ojos? Ellos solo te muestran
una simple ilusión, aun estas embelesado por el mar y por la lluvia mezclada
con la nieve.
-¡no entiendo que deseas! Me dijiste que entendería todo al
ver a los dragones y yo n veo más nada
que este ensangrentado mar
-¿Por qué no los veas
eso quiere decir que no estén delante de
ti? Aunque me esperaba esa respuesta… conoces aquellos sentimientos que te harán
ver pero… no los controlas ¡inténtalo! Cierra tus ojos y trata de recordar lo
que yo no he visto, por eso no te puedo ayudar.
Con un suspiro de aburrimiento cerré los ojos sintiendo la
extraña luz del ocaso atravesando mis ojos pero no veía nada aunque me sentí
mareado, algo dentro de mí me decía que tenía que concentrar mi energía sobre
mi frente y poco a poco vi aquella nieve
cayendo sobre mí y Dumahel, era como si flotara sobre nosotros y recordé aquella
risa, risa que estremecía cada célula de mi cuerpo, sonrisa que hacía que
viajara por las ruinas del mundo viendo como el legado de la humanidad
poco a poco se convertía en polvo sobre…
¡la tumba de un cementerio!
-polvo sobre la tumba de un cementerio…. ¡polvo sobre la
tumba de un cementerio!
Así pude ver como los recuerdos de mi vida volvían a mí,
recuerdo a mi familia, amigos y aquella mujer que era lo más importante para mí, recuerdo los dulces besos que sentía con toda
mi alma, recuerdo mis cumpleaños, recuerdo aquel día en que sentí la vida como una ilusión más… sabía que
algo no estaba bien.
-el ser humano es amor, el ser humano es odio, todo es dual…
las alegrías son como una confusa letanía y la tristeza parte de ese infierno
que ahora veras.
-ahora la recordé a ella, si aquella mujer que me demostró que
mis padres me tuvieron como un error, ellos ni siquiera querían que yo naciera,
así también supe que el amor de mi vida era solamente una ramera ya que pude
ver cómo me había sido infiel no una sino docenas de veces, recordé que con
cada año que cumplía mi inocencia se esfumaba, ahora todo se mezclaba entre
hermosos recuerdos y eterno rencor, el amor y el odio se hacían uno y si… logre
ver el reino de aquel que llamaban el principal, pude sentir la desesperación de
mi maestra al sentir que pronto la violarían, pude sentir el amor que le tenía
al mundo y a su madre y entre sentimientos pocos estables pude empezar a ver
que había a lo lejos frente a mí.
-a esto le llamamos el equilibrio, nunca lo sentiste pues
estabas muy ocupado en tu asquerosa realidad
Me erguí sobre la arena de esta playa y lo vi a él, antes
solo sentía miedo pero ahora su presencia era magnánima e imponente, el me
dedico una sonrisa al posar su mano sobre mi hombro y con la vista me invito a
ver hacia el horizonte.
Caí de rodillas al verlos, aquellos dragones que gritaban y
volaban sobre una especie de templo que
flotaba sobre el mar, un templo blanco que despedía un aura más blanca que
cualquier cosa que un ser humano jamás ha visto, los dragones luchaban entre ellos como
si estuvieran jugando pero uno a uno se detenía para mirarnos y seguir con su
vuelo.
-Typhon, Apep, Lothan, Drakon y Leviathan, los 5 seres
que nacieron de la naturaleza creada por
el reino del principal, son seres considerados divinos más aún que los caídos pues ellos nacieron de
la nada y nada nace del absoluto vacío, son las mascotas del principal y son
parte de él, desde el principio de los tiempos y existencias se les llamo
dragones y no pueden ser destruidos sin destruir al principal por esto son verdaderos
inmortales, ellos aprendieron como tomar forma humana y pueden entrar en
cualquier plano y universo sin restricciones, desde el reino del principal
hasta el plano de la luz.
Me quede
viéndolos mientras trabajaba en la siguiente pregunta que le haría a Dumahel, y tenía que admitir que su presencia no me
provocaba miedo.
-si esta
guerra acabo con todos los antiguos seres de luz y oscuridad ¿Por qué los
dragones no mataron a la deidad de la luz cuando pudieron hacerlo?
-¿acaso
yo estaba hay cuando sucedió eso? No lo conozco
todo, esas historias simplemente se nos pasó
de maestro a alumno desde el comienzo de esta existencia.
-ahora ¿Qué
hacemos Dumahel?
Sin
decir nada Dumahel comenzó a caminar sobre el rojizo mar y poco a poco se
alejaba más; yo no entendía como podía caminar sobre el agua y tímidamente vi
que no me india y lo seguí con cierta timidez.
-¿Por
qué caminas tan rápido? Le pregunte pero ni siquiera susurro una respuesta,
aunque solo habían pasado unos pocos minutos ya casi no se podía ver la orilla
de la playa y cada vez estábamos más cerca del palacio, Dumahel estaba como
hipnotizado y su mirada se perdía en el horizonte, su armadura se desvanecía
como fino polvo más mis ropas cambiaban
a algo más medieval.
Pero nada
me había preparado para verla a lo lejos y aunque la distancia que nos separaba
era considerable podía sentir su fría y cambiada mirada, su inexpresivo rostro
que escondía un poder incomprensible
para un humano, en su mano izquierda tenía una rosa que goteaba sangre y en su
mano derecha cargaba una larga espada
-¡¿Qué hacéis
vosotros acá?! Grito al apuntarnos con su espada…