Es difícil describir como un dios llega a esta tierra, es difícil
comprender como Amy, la deidad de la luz
va bajando desde los cielos a este resquebrajado mundo que sin querer abandono
hace unos años humanos, solo se puede decir que mientras bajaba las nubes se
apartaban de su sutil y espiritual cuerpo, mientras, esa vieja y rasgada
armadura desaparecía transformándose en lo que debió ser desde un principio. Aquella
armadura que solo un dios podría penetrar.
Con ojos sin vida observo el mar rojizo que se extendía
hasta el horizonte y poco a poco el agua cambiaba a su verdoso y natural color;
se apreciaba como su presencia hacia vibrar suavemente el agua y cuando por fin
sus pies sintieron el mar ella empezó a caminar hacia el horizonte con toda la
estirpe típica de un ser supremo; sus ojos tenían ese matiz de vida y muerte
combinados, es difícil de explicar ese
rostro que estaba vivo y muerto en la misma proporción.
Con cada paso el agua
dejaba de mantener ese color sangriento pero
poco a poco volvía a ese color más… era de esperarse. Amy estaba tan
furiosa que no prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor.
- Malditos dragones ¿Dónde
estáis? Decía con voz magnánima
- Muy cerca de voz mi señora- se escuchaba a lo lejos.
Pero ella no tenía la más mínima paciencia y alzando un
brazo le quito el velo que cubría al templo donde El principal descansaba,
templo custodiado por una muralla de caídos
que se mantenían firmes cantando en el idioma de los muertos
Ella se quedó mirando la muralla de caídos, era como si ella
esperaba que alguien llegara o que algo pasara y así se quedo por una hora
escuchando el típico sonido del mar abierto, hasta que por fin dirigió su
mirada a su izquierda.
-¿Por qué tanta formalidad mi señora? Se volvió a escuchar
-¿Por qué los dragones se esconden de mí? Susurro Amy
Y el silencio volvió a reinar durante unos minutos.
-es delicioso saber que no habéis perdido del todo tu
memoria mi ama
-¿Por qué me llamas ama?
-pero aun no habláis como nosotros, interesante… creo que
nosotros os explicaremos las reglas de ahora en adelante, no tenéis ejercito ni
reino que gobernar así que… pasad
La muralla desapareció
y el mar cambió a esas mismas baldosas que atormentaban su antigua imaginación
pues su mente estaba dividida en dos partes. En una reinan los recuerdos de la
deidad de la luz y del otro… son los fragmentos de memorias que por ahora eran más
grandes.
Aun así dio el primer paso y con el admitió que en esta
guerra ella estaba indefensa más se quedó viendo el nuevo palacio del principal
pero volteo hacia el mar y por primera vez en eones de tiempo… mostro una leve
sonrisa y siguió su camino.
En cada baldosa y en cada escultura podía sentir la amargura
acumulada y hecha realidad gracias a todo el dolor de cada humano sacrificado
por esta interminable guerra, así mismo podía sentir la desesperación que crece
en cada rosa y al mismo tiempo el rocío que las cubría era alimentado por cada
lagrima de desesperación. No le agradaba pero no podía hacer nada para
impedirlo.
Y así camino por un par de horas entre la belleza que
produce tanto sufrimiento, era extraño ¿Cómo
tanta hermosura podía ser creada con tanto dolor? Ni siquiera con esa parte de sí
misma que era una deidad pudo entenderlo, tal vez la única respuesta la tenía
su imagen contraria, y entre pensamientos noto que ya había llegado a la
entrada de los aposentos del principal.
Como lo imaginaba y como era la tradición Typhon la esperaba
como esperaba a todo iniciado para culminar su iniciación.
-no puedo decir que vuestra presencia es bienvenida y no me
alegra ver al mismo humano dos veces.
-¡no me importa lo que sientas o lo que te guste! No vine aquí
para hablar con un Dragón pero solo escuchare de tu siniestra boca una sola
respuesta. ¿Dónde están los demás dragones?
-¡de cordera a león! Típico de su majestad y aquí no tenéis
voluntad, solo pasad yo os llevare con mi padre como lo hice un tiempo atrás y
admito que disfrute de vuestras lágrimas.
Es difícil ver a un dios ser callado por un ser inferior a él,
pero sucedió, Amy bajo suavemente el rostro pero su iris izquierdo cambio a una
forma reptil, así como los tenía la deidad de la luz
Ambos caminaron un pasillo que se hacía interminable; en las
paredes estaban guindados miles de espejos y mientras caminaba, Amy veía su
reflejo que solo cambiaba en una sola cosa, en cada espejo tenía una expresión facial
diferente, en unos tenia diferentes sonrisas y en otras llantos y rostros de desesperación.
-¿te gusta jugar conmigo, Thyphon? Susurro
-¿tenéis algún problema con eso? Si, disfruto ver como ese
lado humano aun domina tu mente y me gusta ver cómo te afecta pero la verdad es…
yo no tengo nada que ver con esos espejos.
-¿estás seguro? ¿Cuánto tiempo más me harás perder el tiempo?
¿Dónde está tu padre?
-¿creéis que me gusta estar al lado de un ser como vos? No,
y mi padre esta en algún sitio divirtiéndose de vuestra expresión seria que
esconde a alguien tan frágil
-¡Basta de juegos! Grito Amy
Con su grito el pasillo se desvaneció y reino nuevamente la
oscuridad pero, poco a poco las baldosas parecían una tras otra formando una
gigantesca habitación y en el centro estaba el con su blanca armadura
acompañada de una sutil aura tan blanca como su armadura.
-Recuerdo que tu aura no era tan débil. Exclamo Amy
-y yo recuerdo que vos no habláis así. - Replico el
principal con una torcida sonrisa
-ahora dime ¿a que se debe vuestra presencia? No me digáis que
no te gusta lo que he hecho con este ínfimo planeta
-¡quiero oírlo de tu boca!
-¿Qué quieres oír?
-¡maldita sea! ¿Por qué haces esto? Si tanto quieres morir ¿Por
qué no agarras tu espada y te quitas la inmortalidad tú mismo?
-¡porque quiero que lo hagáis vos! ¿No lo entendéis?
-somos la misma conciencia, ¡¿Qué importa si yo te mate o tú
te matas?!
Con estas palabras el principal abandono esa sonrisa y mantuvo
sus ojos cerrados como era su costumbre.
-¿Por qué rompiste el convenio que sellamos con la sangre de
ambos?
-¡cállate! Grito el
Principal lanzándose hacia Amy colocando el filo de su espada sobre su cuello
-¡vos creaste ese convenio! Lo hiciste para… ¡que los
humanos decidieran quien ganaría! Pero ¿sabéis qué? Mientras estabais en
vuestro reino abandonándolos ante su propia suerte, yo, yo les sembré la
oscuridad en sus almas. Siempre ha sido así, desde las creaciones pasadas hasta
la actual. Y ¿sabéis algo? Vos la rompiste
Amy cerró los ojos igual que el principal y en ese justo
momento la otra mitad de su conciencia donde vive esa deidad gano la batalla
que se libra en su mente.
-¿Por qué nos separamos? susurro
Ambos se quedaron callados pues sabían que ninguno de los
dos tenía la respuesta.
-ningún dios puede ser tan débil y benevolente y si lo es,
vos ya podréis ver las consecuencias Dijo el principal
Ambos se miraron con los ojos cerrados, ambos tomaban sus
propias decisiones pero en el fondo, aquello que los unía tomaba la misma decisión.
Tenían que morir al mismo tiempo.