jueves, 27 de febrero de 2014

El mundo del equilibrio 3 - Capitulo 1 - Araxiel y Sirrah

El mundo del equilibrio 3


Capitulo 1


 Araxiel y Sirrah

La muerte no es el final de todo… ahora que no veo, no respiro, ahora que no puedo sentir calor. Ahora que no puedo volver a escuchar el llanto de un ser querido, ahora que las masacres de esta guerra se van eclipsando, ahora que el olor de la sangre dejaba de ser el perfume que podía oler en todos estos años, ahora entiendo todo, Araxiel… perdóname, no… ¡no sabía!, ahora puedo estar en tu piel, en tus ojos y en tu esencia…. Ahora recuerdo, si recuerdo quien eres y quien llegaste a querer ser...

-Jared ¿Por qué cargas el rosario de mamá?

Jared se quedó sonriendo a pesar de que el frio invernal no dejaba de aturdirle, sus brazos y sus pies no dejaban de temblar más aun así Jared aferraba fuertemente el rosario de piedras verdes, y se quedó viendo como los copos de nieve caían suavemente.

-¿Por qué no dejas de hacerme esas preguntas? Sabes que es todo lo que me queda…. A veces creo sentir el olor de la piel de mama en este rosario, aún recuerdo como rezaba para que algún día dejáramos de ser tan pobres… ahora es lo único que nos queda.

Anon dejo de verle los tristes ojos de su hermano, y noto el raspón que tenía  en el pie derecho, pero no había nada que pudiera hacer para hacerle sentir mejor; él tenía mucha hambre y queriendo limpiar la herida de Jared  se dispuso a lamerla, podía sentir el sabor metálico de la sangre mientras Jared se quejaba del dolor.

Jared empezó a rezar como lo hacía a diario mientras veía las estrellas, y Anon se quedó viendo sus piernas mientras sus estómagos rugían del hambre, entre oraciones ambos empezaron a llorar y sentían como las lágrimas poco a poco se congelaban con el frio. Estaban  cerca de su pueblo, entre algunos viejos robles muy cerca del camino que conducía hacia el mundo que ambos no querían vivir.

-¿sabes algo Anon? ¿Por qué mama me llamo Jared? Yo quisiera estar allá arriba, en el cielo, donde no hay hambre, donde no te puedes lastimar y no hay dolor.

-Jared ¡el cielo no existe! ¿Por qué aun crees en esas estupideces? Rezas como lo hacía mamá y aun así nacimos entre pobres, aun cuando ustedes dos rezaban ella murió del hambre y del frio. ¡Y así moriremos los dos! No creo en dios y si pudiera verle le escupiría la cara por ser un ignorante, ¡sí! Aun cuando le rezamos él nunca nos escuchó y ¡por eso no existe!

-¿has perdido lo único que te quedaba Anon?, has perdido la fe. Yo quisiera tener el nombre de una de las estrellas que nos miran sufrir desde lo más alto.

-¿Por qué sigues diciendo estupideces? Dijo Anon refunfuñando

-¿hagamos una promesa? Si existe un cielo tu dejaras de llamarte Anon y te pondrás el nombre de un ángel.

-¡Qué idiota eres! Está bien… pero… si pasa eso tú también te  cambiaras el nombre pero ¿Qué maldito nombre te podrías poner?

-me llamare como una estrella. Exclamo Jared sonriente

-¡tú y tus ridiculeces!

Después de quedarse sentados bajo un roble muriendo del hambre y del frio ambos se quedaron viendo a las estrellas.

-¿y si alguno de los dos muere?

-¡no digas eso Jared! Eso no va a pasar...

-¿hace cuanto que murió mamá?

-creo que ya paso un mes…

-Anon aferro sus palmas recordando su rostro, no tenían nada como para darle un funeral y ambos querían darle rosas pero no tenían como comprarlas así que la cubrieron con nieve y ella estaba acostada como un animal que pronto seria devorada por  lobos.

-el día que ambos muramos, ese día estos copos de nieve serán tan rojos como la sangre que lamí de tu raspón Jared…

-¿Qué haced dos niños muriendo de hambre y de frio?

Se escuchó esa vos tenebrosa venir entre todas direcciones.

-¿Quién esta hay? Grito Anon mientras ambos se pararon del susto, Jared agarro una rama y la apunto hacia la oscuridad que les rodeaba.

-dos inocentes niños sin un destino ¡sois perfectos! Y vos… el que os creéis valiente, límpiate la sangre de tu boca o… ¿te la limpio yo?

-¿Dónde estás? Grito Jared asustado.

-la inocencia asolo es el principio de la soledad y tú el de ojos azules ¿a qué le tenéis miedo?

-¿Quién demonios eres?

-algunos me llamaban Uriel pero vosotros podéis llamarme Maestro.

-Ese no es el nombre de un ángel? Dijo Jared asustado

-si creéis que soy un ángel estáis equivocados.

Con estas palabras entre las sombras apareció El antiguo Uriel sonriendo y acercándose como solo ello sabe hacer; ambos niños se quedaron inmóviles del miedo mientras el maestro se acercó a Anon

-se a lo que teméis valiente niño, vos le teméis a la muerte.

-jamás… ¡yo nunca moriré!

-¿eso creéis? O es que acaso… ¿no recordáis a vuestra difunta madre? Sé que pensáis en su muerto rostro, sé que aun recordáis la sensación de tocar su congelada piel. Yo puedo darte la inmortalidad. Si la quieres, ven conmigo.

Anon se quedó mirándole a los ojos rojos del maestro vampiro y le dijo que también quería tener esos ojos rojos. El maestro coloco sus dedos sóbrelos ojos de Anon y al instante rugió como un león.

Ambos hermanos gritaron y en su desesperación corrieron hacia un arroyo congelado pero ambos se resbalaron al pisarle y Anon al momento que intento levantarse miro A sus ojos fijamente, aun cuando estaba cansado dejo de respirar y con mas grande terror vio el infierno a través de sus ojos.

-¿Por qué estáis asustado? me habéis dicho que querías tener Mis ojos y ya los tienes, considéralo  EL primero de mis muchos infernales regalos para ti.

-Anon ¿Por qué no te levantas? ¡Corre!

-no hay necesidad de correr hijo mío, déjalo disfrutar del mundo que siempre se negó a creer que existía.

-¡eres el demonio! Grito Jared

- no, no lo soy y como vos sois su hermano a ti también os regalare unos bellos ojos.

Jared se quedó mirando el crucifijo de su rosario, recordando a aquellos hombres que le negaban la comida que tanto suplicaba su madre para darles de comer, recordaba los bondadosos ojos de aquellos que caminaban por las calles pero veían con repudio a su madre que solo pedía piedad y algo que comer.

-ya lo sé… vos amabas a vuestra madre, siempre quisiste ver el corazón de la gente  para asegurarte de que si eran buenas personas y le negaban la comida a ustedes solo porque no tenían que darles… así que vos os daréis los ojos más hermosos de todos, podrás ver el corazón y el alma de todos los que te rodean más aun así vuestros cabellos serán tan blancos como la nieve.

El maestro vampiro apareció por detrás de Jared colocando sus manos en sus ojos y al retirarlos Jared corrió para ver qué forma tenían… y para su horror eran amarillos con la misma forma que tiene la cruz de su rosario.

-esto… no puede ser…

-y a si es hijo mío, ahora acompáñenme entre la eterna neblina. Exclamo El Maestro

Los tres caminaron entre la increíblemente espesa niebla, el maestro les explico que la niebla era solo una distracción ya que su templo quedaba en el borde que separa a los vivos de los muertos, un lugar al que solo pocos debían llegar.

Los años pasaron y los libros pasaron a ser los únicos juguetes que conocieron en sus vidas, el maestro les enseño lo que aun debían saber, todo con la única intención de no mostrarles la verdad hasta que fuera el momento indicado por las deidades, les enseño los dibujos que hizo sobre el reino del principal, sobre el castillo de los iniciados, sobre las jerarquías y como debía pasarse el título de Dumahel, más aun les enseño sobre el plano de la luz, aquel plano al que los suyos llamaban el cielo y aunque Jared solo aprendía por obligación Anon buscaba la forma de ser inmortal.

Pero aun así eran niños y el maestro de vez en cuando les dejaba practicar ciertas artes en forma de juego hasta que ambos entraron a la biblioteca con los libros que tenían que estudiar pero el maestro no estaba solo, una mujer con armadura rasgada hablaba con el maestro pero Anon se quedó maravillado con ella. Ella los llamo de forma extraña y como eran niños no le prestaron mucha atención a sus palabras pero ella le regalo una cinta azul a Anon y ambos se fueron corriendo a jugar con las artes que aprendían diariamente.

Los años seguían pasando y Jared junto a Anon  entraron una vez más a la biblioteca de los vampiros, pero esta vez era distinto, Anon estaba cegado por el poder y Jared  sentía que poco a poco perdía a su hermano.

-mis hijos os ha llegado el día y es hora de que sepáis la verdad, ambos solo habéis vivido solo una pequeña parte de todo el maravilloso poder del que experimentaran, normalmente sois elegidos por un discípulo mío para luego experimentar la verdad de todas las verdades… ¡El Equilibrio!, vosotros cumpliereis un destino muy diferente al de sus futuros maestros,  de ahora en adelante tendréis sus verdaderos nombres y no aquellos que os habéis impuesto… ahora pasad.

El maestro les mostro el libro  y ambos se pusieron frente a él.

-Es hora ahora vosotros os llamareis…

-¡un momento! Exclamo Jared

-hicimos una promesa aquel día en que nos salvaste; prometimos que si existía un cielo él tendría el nombre de un ángel y yo el de una estrella. Afirmo

-entonces vuestros deseos se cumplirán. Dijo el maestro con una sonrisa torcida.

-Jared… ahora os llamareis Sirrah y vos Anon os llamareis Araxiel…

Después de firmar el libro dos hombres pasaron a la biblioteca. Ambos cargaban una túnica que no les permitía ver el rostro. Y con lento caminar se acercaron al maestro y sus nuevos discípulos.

-ellos sois vuestros maestros, Astariel y Corvus.

-¡dejen las estupideces! Interrumpió Araxiel.

-ya no os necesito más, no voy a hacer lo que tú quieras que yo haga, ya sé cómo ser inmortal y eso es lo único que deseaba.

-¿Qué estás diciendo Anon? Digo… Araxiel.

-tal y como esperaba de un iniciado a pesar de ser un experto en artes santas os he enseñado a ti las artes oscuras o como lo llaman algunos… ¡nigromancia! Jajajaja se que te habéis escapado muchas veces del templo para controlar a las personas y practicar las artes oscuras

-¿Por qué hiciste eso maestro? ¡eso está prohibido!

-¡vos os calláis! Araxiel vete si quieres pero tu hermano hará la prueba y sé que a su tiempo vos regresareis para hacer la tuya pues el hambre de poder nunca se saciara allá afuera jajajajaja mientras tanto os quito el regalo que os di en vuestra niñez, os quitare mis ojos rojos hasta que volváis.

-¡Araxiel no te vayas! Acaso… ¿no recuerdas que dijiste que nunca nos alejaríamos?

Y así Sirrah le mostro el rosario de su madre, Araxiel se quedó mirándola con odio y camino hacia la salida del templo. Sirrah sujeto con odio el crucifijo y lo lanzo al suelo para destrozarlo con una pisada y así los hermanos que se amaron y juraron nunca separarse se despedían por primea vez.