sábado, 14 de marzo de 2015

El Mundo del Equilibrio 3 - Capitulo 13 - Una simple charla, un simple adios

Jamás me había sentido tan temeroso, ¿y quién no lo estaría al sentir la ira de un dios? Hasta ese momento pensaba que nuestro destino lo podíamos forjar con nuestras acciones, pero al ver como ella se reclinaba en su sufrimiento, solo en ese momento pude dar un paso hacia atrás mientras mi mano derecha buscaba el mango del fusil que guindaba de mi espalda, al sentirlo trate de mirar dicho fusil pues era lo único que me hacía sentir seguro. Solo fue perder mi tiempo pues no podía controlar mi mirada, esta se posó nuevamente sobre la cabeza de esta diosa al que llamaban “Amy”

No podía dejar de sentir esa vibración que salía de su cuerpo, la misma estremecía cada rincón de mi propio cuerpo y ella suavemente subió su rostro y poco a poco observe esos ojos marrones característicos de una mujer latina aunque… no paso mucho tiempo hasta que sus retinas cambiaran al rojo más sanguinolento que se pueda expresar. Esos ojos se fijaron en los míos y el mundo desapareció.

Era como un tiempo dentro de mi tiempo, un mundo paralelo al mío pero ¿Dónde estábamos? Y ¿Qué paso con el agonizante mundo donde todo es confusión?

-Discúlpame…

Se escuchó la voz de Amy venir desde el aire, desde el cielo y desde el verdoso e infinito césped que me rodeaba

-¿A dónde me trajiste?

-estoy acá…

Amy permanecía sentada en el pasto con sus piernas cruzadas apoyando su cabeza sobre su mano izquierda, su mirada era triste y feliz al mismo tiempo, sus ojos eran casi cristalinos y un suave viento meneaba sus largos cabellos.

-¿Dónde estamos? Volvió a preguntar Divad

-pensé que lo entendías- respondió Suspirando

-soy un dios puedo… -

Pero Divad interrumpió

-se lo que eres  y creo que este es un universo paralelo al mío pero ¿Por qué me has traído hasta acá? Pensé que  estabas furiosa y querrías destruirlo todo- asintió Divad

-de alguna forma has recuperado vuestros recuerdos, pero en forma parcial. Ahora recordaras todo

Al terminar sus palabras Amy levanto su brazo derecho con aburrimiento apuntándole con uno de sus dedos, Divad  se quedó inmóvil pero cayo de rodillas al sentir de nuevo esa vibración que sintió antes de entrar a este universo.

Recordó aquel día pero no lo vio desde su mente; los verdes pastos se transmutaron en esas calles cubiertas de nieve y se vio a si mismo hablando en ese café con Amy, recordó lo mucho que le atraía de Amy pero para su horror no se quedó viendo su imagen, se quedó viendo el recuerdo de Amy que le miraba directamente a los ojos, era como si ella ya supiera que él estaría mirándole a través de sus recuerdos.

-todo lo que nos ha pasado, a ti y a mí ya era parte de mi imaginación, la imaginación de un dios que te creo a ti y a esa señoría que te mira, en ese momento pensarías que te está ignorando pero mientras le hablabas en esa época, ella, ósea yo… te estaba mirando a ti mientras recordabas todo.

Ahora todo se esfumo y entraron en el recuerdo de la iglesia donde se suponía habían entrado para escapar de la tormenta de nieve, pero Divad estaba frente al altar de esa iglesia viéndolos a los dos sentados pero el recuerdo de Amy aún seguía viéndole directamente a los ojos mas esta vez desviaba la mirada hacia el recuerdo de Divad.

-en ese momento, yo la deidad de la luz  incite a Amy a mostrarte la verdad de todas las verdades… ahora ¡recuérdalo!

El mundo del principal se desplego alrededor de Divad y Amy, el templo se esfumo entrando a ese reino donde la esperanza está perdida, Divad vio las 9 pruebas y así mismo entendió como superarlas todas, pero esto tenía un precio demasiado alto, el sufrimiento de todo iniciado nacía del saber cómo superar todas las pruebas pero… era demasiado dolor concentrado, tanto que ningún corazón podría soportarlo.

-por esto… yo borre parcialmente tus memorias para que no murieras en ese instante aunque… admito que por mi falta de experiencia de ese entonces, el sello lo cree dañado y ciertas memorias… volvieron a tu mente

-¿Por qué me muestras todo esto? Grito Divad llorando al agarrar el césped que había aparecido en ese justo momento.

-porque… eres mi aprendiz- susurro Amy

-¿Cómo que tu aprendiz? ¡Yo no elegí esto!- volvió a gritar

 -si lo elegiste. Lo elegiste al momento de hablarme e insistir en saber quién era yo y que me pasaba en esa época. Tú y solo tú tomaste la decisión  de saber más de mí y pediste que te explicara qué y quien soy…

-maldita sea… ¡maldita sea! Te lo repito… ¡yo no elegí esto!

Pero por más maldiciones que Divad le lanzara a Amy esta solo pudo devolverle  esa sonrisa que tanto admiraba al antiguo Dumahel

Divad se quedó perplejo al sentir esa mirada pacífica y esa sonrisa llena de felicidad

-¿sabes algo Divad? Yo nunca pude tener una charla común con mi maestro y… quisiera que me hablaras más de ti y yo como deidad puedo responderte cualquier pregunta que nazca de tu corazón, eso sí, no hablemos de esta guerra.

Divad se quedó callado y se acercó amistosamente a Amy sentándose frente a ella

-¿Por qué nos diste tan poco tiempo de vida? Siempre quise poder ver crecer a mis nietos si es que alguna vez los tengo…

-hubiese querido que habláramos de cualquier otra cosa pero… está bien, os diré que su tiempo es perfecto, ni muy largo ni muy corto y esa es la verdadera alegría, si vuestro tiempo fuese muy corto no podréis sentir la alegría de ser abuelo y si vuestras vidas fuesen muy largas entonces no gozareis de vuestros nietos a plenitud, pues sabes que no los veréis por mucho tiempo y si… tendréis muchos nietos, solo confía en mí.

¿Cuál es la razón de nuestras vidas?- pregunto con timidez

-esa es la pregunta que los tuyos han querido hacerme durante milenios y la respuesta es tan sencilla que la obviáis demasiadas veces y demasiado rápido. Os cree para que viviesen cada amanecer y cerraran sus ojos en cada atardecer, existen para poder vivir y gozar no solo de la alegría sino también del dolor

-ahora os preguntare algo que no puedo saber… ¿Por qué siempre os enamoráis de mujeres que solo te hacen daño?-

Divad se sonrojo al instante mientras que Amy seguía regalándole esa sonrisa de satisfacción

-Por qué… no lo sé… siempre veo el lado bueno de las personas y jamás quise ver  su verdadero ser…

-¿y que puedes ver en mí? Replico Amy al instante

-admito que me dabas mucho miedo y vi en tu rostro mucha tristeza, siempre supe que eras algo especial pero siempre mostraste a los demás tu tristeza y no lo que en verdad eres… una guerrera

-gracias… ¡esto es lo que quería!, quería hablar con mi aprendiz como si tú nunca fueses un iniciado y yo nunca fuese un dios. Disculpa por todo el dolor que os hice sentir pero era necesario y es necesario que me despida pues no tendré otra oportunidad de hacerlo.


En un pestañeo Divad estaba al lado del antiguo Dumahel y volvió a mirar a su maestra, a su diosa que ya no tenía rostro de furia. Ahora tenía el rostro de aquella mortal al que llamaban Amy 

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