El mundo del equilibrio
capítulo 13
capítulo 13
La corte
No sabía si estaba viva, no sabía si estaba muerta, no sabía
quién era yo misma, mi vista se nublaba
poco a poco de nuevo , sentía la calidez del pecho de miguel, sentía sus
alas cubriéndome atravesando la
barrera que separaba cada mundo las
nubes se apartaban con la feroz velocidad en la que se desplazaba Miguel, las
nubes se apartaban una a una del cielo, sentía la luz castigadora de la deidad de
la luz hasta que llegamos a la verdadera entrada del reino y miguel me soltó
violentamente hacia el suelo de mármoles blancos ; antes sentía las baldosas
tibias pero ahora eran como hielo, el frio atravesaba lo que quedaba de la
armadura, congelando mi piel y estremeciendo mis huesos, estaba cubierta con
sangre tanto la de los demonios como la mía que fluía de cada poro.
Me acosté tratando de respirar mejor pero mi sangre fluía lentamente
hasta que creo un charco de sangre a mi alrededor, ahora sentía que me faltaba
el oxígeno, mi visa era confusa y Miguel se quedó viéndome pero ya no era su rostro
tranquilo y solemne… no, ahora me veía con furia hasta que me dio la espalda.
-cada acto tiene consecuencia y vos pagareis con pesada
moneda los horrores que hiciste, vos pagareis con la vida el sacrilegio que cometiste, vos seréis
condenada por manchar estas baldosas con sangre y ya no puedo hacer nada por
ti, ahora ni yo te ayudare a levantarte así que ¡levántate! Así como te erguiste para luchar siendo
seducida por lo más oscuro el equilibrio- dijo
tratando de controlarse el mismo
-¡no es mi cul…!-
-¡callaos!- grito
Amy no esperaba que le gritara de esa forma y empezó a
sollozar ligeramente
-¡¡ahora si vais a llorar?!
Levántate y sígueme yo no os juzgareis por vuestro acto así que todos os
juzgareis- dijo solemnemente
Trate de erguirme pero no podía, sentía mi cuerpo muy
pesado, arrastre mis dedos bañados en sangre buscando la fuerza, mientras miguel empezó a caminar.
-¿espera! Grite
Pero miguel ni siquiera decía una sola palabra; mi propia
sangre hacia que me resbalara y caí una
y otra y otra vez, ahora estaba más débil que nunca, sin fuerzas y sin honor, y
cuando por fin lo logre daba lentos pasos dejando marcadas mis huellas; los
demás ángeles se quedaban horrorizados al sentir el perfume de guerra que producía
toda esta sangre, y miguel mostraba una gran decepción, pedí ayuda pero cuando extendía
mis brazos todos se apartaban y volvía a
caer.
-¡auxilio miguel… ayúdame!- grite desesperada
Miguel volteo con mirada resignada, sentía en sus ojos que
no era su decisión, no, sabía que esos ojos estaban tristes aunque nunca espere
que un ser como el mostrara sus sentimientos tan fácilmente.
-no te pudo ayudar más, esa fue la decisión del padre...
ahora sentirás lo que su infinita
sabiduría le plazca- susurro
Los ángeles ahora cantaban cada tono era más y más triste ya
me quedaba poco, estaba entre la vida y la muerte, camine tratando de seguir su
paso dejando la estela de sangre que empapaba todo lo que tocaba y entendía… si,
algo dentro de mi sabía que lo merecía hasta que llegamos a un gran castillo,
la fila de ángeles guerreros se apartaban uno a uno pero… cando decidí subir
por las escaleras ya no tenía más fuerza, cada gota que perdía consumía mis
energías, el frio de las baldosas me punzonaba la piel y grite, grite con cada
centímetro que me desplazaba, así mis lágrimas diluían las gotas de sangre que caían
al piso.
No soportaba más dolor, cada herida, la más mínima producía
el dolor de un hierro al rojo vivo penetrando en mi piel.
-ya falta poco y si pensáis que esto acabara pues lamento
informaos que esto es solo el comienzo.
Hasta que por fin miguel me extendió su mano y me ayudo a
caminar bañándole con mi sangre, los pasos eran lentos y sentía millares de espinas
atravesando mis piernas, por lo cual llegamos a un gran salón y miguel se
esfumo lentamente.
-¡ARRODILLATE!
Escuche con gran fuerza y poder y no sentía otra opción, caí
de rodillas al suelo manchándolo todo con sangre, del techo aparecieron 12
luces que se sentaron en 12 tronos y en el centro estaba el más grande; el coro
de ángeles era hermoso, sublime pero nublaba mi corazón
Las luces pasaban de energía a cuerpos físicos y en el trono
central estaba… Miguel, cerrando sus ojos lentamente de nuevo; A su izquierda
estaba un ser de aura magnánima y al otro el ángel más hermoso de todos.
-todo el dolor que sentís es solo para demostradle al padre vuestra
determinación, vuestro corazón, y si estas arrepentida de lo que eres ahora-
dijo uno
-yo… yo no quería…
-¡si querías! Os mostrare todo lo que habéis hecho-
Recordé a aquel niño que deje solo tras destruir su pueblo,
vi todas las noches que lloro acostado en los páramos padeciendo del frio, toda
la hambre que tenía, todas lagrimas que derramo las sentí n mis labios, y vi
como moría lentamente de hambre, y
finalmente cuando en sus últimas respiraciones le lloraba a dios preguntándole
¿Por qué me tocó a mí?
Yo me aferraba a mi cabeza sintiendo todo ese dolor y
sufrimiento.
-¡yo no lo quería hacer! Grite
Ahora recordé a la familia del hombre allá en roma, vi como
entraba en la ambulancia escupiendo sangre, vi a sus hijas llorarle diciéndole
que le amaban ¡que no se fuera de sus vidas! vi a su esposa destrozada, vi
cuando lo enteraban en el cementerio alrededor de todos sus antepasados, en ese
momento su esposa vivía una gran incertidumbre hasta que ella misma se suicidó
para acompañar a su amado.
-¡no, no, no! Gritaba desesperadamente.
Ahora vi a Divad desde el momento que le mostré la verdad
acabe con su vida, su corazón había perdido las ganas de vivir, la muerte es
ahora su único deseo, el vago por el mundo buscando el recuerdo de mi rostro
con el alma destrozada y sin ninguna respuesta en su mente.
-¿es que os merecéis
la justicia del padre? Dijo otro
Alce la vista entre lágrimas y vi a miguel directo a sus
cerrados ojos.
-¡Tú sabes que yo no soy así! Le dije rechazando con la
cabeza todas las acusaciones.
-ahora os destruirás
todo lo que habéis amado.
Con cada palabra perdía poco a poco la vista, el olfato, el
tacto y el gusto pero no el oído, sabía que solo tenía que resignarme a
escuchar sin poder decir o expresarme para defender lo poco que aún estoy
segura de mi misma.
-¿entonces hermanos míos cual es la sentencia? Exclamo
Miguel con calma.
-la muerte… Solo el padre puede decirlo- dijo el ángel más hermoso entre todos.
-hay un solo detalle hermanos míos, sabéis que ni nosotros
podemos entrar a otros planos, sabéis que ellos solo pueden entrar con el
permiso del padre, sabéis que el solo puede destruir la entrada así que… ¡él
quería que esto pasara! Dijo al
levantarse ferozmente.
-pero aun así morirá-
gritaron todos.
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